Imagina más

Antonio Hernández «Cambié el miedo a que me rechacen por mi propio amor»

1. SOY SEROPOSITVO

Hay muchos motivos para escribir este post, muchos por lo que lo hago ahora. Voy a contaros los que puedo y me apetece contar de forma pública y el porqué.

Si, soy seropositivo, vivo con el virus del VIH. Ahora todos los que leáis esto vais a tener diferentes reacciones o emociones. No pretendo que me entendáis, respetéis o empaticéis, lo único que os pido es que leáis esto con el corazón abiertos, pues así lo voy a escribir yo.

Lo sé hace algunos años ya. Mi reacción inicial fue de un acojone tremendo. Yo sabía ya que era el VIH, sabía que no me iba a morir de esto y que con una pastilla al día mantendría el virus a raya pero tengo que confesaros que yo tenía una mochila cargadita de miedos que intentaba esconder dando una imagen de mucha seguridad, autoestima, vida social exitosa y demás que saltó por los aires el día que me dieron el diagnóstico. Me acojoné.

Me moría de pensar que se enteraran gente que yo no quisiera y ya no manejara yo esa información. Me daba pánico pensar que cada vez que intimara con alguien pensará que le iba a transmitir algo. Me acojonaba pensar que ya nadie iba a querer tener una relación estable conmigo. Me sentía culpable por haberlo pillado, joder, la culpa que sentía y como me castigaba a mi mismo… Autoestima tirado por los suelo y pisoteado por mi mismo. Tenía pavor de ponerme malo con cualquier otra cosa y que esto pudiera afectar. Me sentí vulnerable, miraba mi cuerpo y me decía “Que lo tienes de prestao, que esto no va a estar contigo toda la vida y te va a durar tanto como lo respetes y lo cuides”. Después venía la vergüenza, que no se enterara nadie nunca de nada pues esto iba a ser mi vergüenza y mi secreto para toda la vida. También pensaba en el proceso de adopción que había iniciado, me veía o escondiéndolo en la evaluación o siendo descartado por esto. Y ya miedos en forma de “¿y si?”: “tendré tomar una pastilla cada día…¿Y si se me olvida?”, “Pues no voy a poder viajar…¿Y si me las quitan en el aeropuerto o estoy por ahí y las pierdo?”, “¿Y si se entera mi madre?”, “¿Y si se enteran en mi cole que van a pensar los padres de mi alumnos?”

Cada día me asaltaba un miedo diferente. Nunca sabía con que paranoia me iba a despertar. Tenía un ticket gratuito para la Casa del Terror y yo me iba metiendo cada vez en mas habitaciones.

Poco a poco me fui acostumbrando. Fui tolerando mis miedos y conviviendo con ellos. Cada vez que se lo decía a alguien y tenía una reacción positiva cerraba una puerta de la Casa del Terror, pero cada vez que un tío me rechazaba por esto se volvían a abrir. Estaba claro, nadie me iba a sacar de allí, tenía que ser yo quien lo hiciera.

Cuando tienes 15 años (algunos cuando tienen 35, 55 o 75…) y sabes que eres gay puedes vivir algo parecido a esto que yo describo pero entonces empiezas a salir, a conocer gente como tu y te encuentras con una comunidad que te arropa y te acoge. Te haces tu grupito de amigos gays, empiezas a decírselo a la gente, ves que todo va bien y te sientes en casa cuando estás con gente como tu. Pero una de las mayores putadas de enterarte que tienes VIH es que esa comunidad en la que te sentías acogido puede ser la que mas te rechace por miedo.

Entonces empecé a buscar gente como yo, otra vez, de este nuevo e inesperado yo. Di con algunas webs donde conocer otros seropositivos, con asociaciones como Adhara / Sevilla Checkpoint, y todo empezó a cambiar…empecé a conocer a gente maravillosa e increíble que me acogieron con los brazos y el corazón abiertos, que me entendían y habían pasado por lo mismo que yo, que no me juzgaban (como yo aún lo hacía).

Empecé a entender que mi salud va a estar realmente bien. Que no tengo que sentir culpa pues la mayoría de la gente se ha dejado llevar por la pasión en algún momento y ha metido la pata con mas o menos consecuencias. Que iba a encontrar quien quisiera estar conmigo sin importarle el virus. Que con el tratamiento ya sabemos que la carga viral se suprime hasta estar INDETECTABLE y que esto supone que el virus sea INSTRANSMISIBLE (si, puedo hacerlo lo que quiera en la cama sin preservativo que no lo transmito al estar medicado).
Aún así tenía muchos miedos a ser rechazado, a que me miraran mal, a encontrarme con algún conocido en el hospital, a que se enteraran en mi trabajo…no sabía realmente cómo salir de ahí, cómo enfrentarme en mis treintas a otra salida del armario. Estaba atascado hasta que mi amiga Carmen me dijo “oye ¿Echamos para este programa para trabajar en EEUU? Imagínate, irnos a otro país, otra cultura y empezar una vida de cero”.

Yo era feliz en Sevilla, me sentía cómodo con mi mochilita de miedos, ya se me había hecho la espalda y alma pero la posibilidad de empezar de cero y dejar la mochila en España hizo que una lucecita brillara dentro de mí. Esa lucecita tenía voz y decía: “¿Y si este es el empujoncito que necesitas? ¿Y si empezando de cero viviendo con naturalidad con el VIH y no escondiéndolo te hace sentir mejor? ¿Y si realmente no eres tan feliz como crees ahora?”

Los “¿Y si?” pasaron de ser miedos a esperanzas. Me tiré a la piscina. Dejé todas las comodidades y me vine a América.

 

2. MIS HEROES, MIS MAYORES

Hace dos años llegué a América. El principio fue durísimo; Conseguir mi medicación fue una odisea. Las mismas pastillas que en España costaban 600 euros y cubre la Seguridad Social aquí costaban 2500 dólares y lo tenía que pagar yo a través de un complicadísimo sistema de seguros y copagos. A tres días estuve de quedarme sin pastillas y eso que me traje para tres meses. Para colmo tuve un par de malas experiencias con chicos al decir que era positivo. Pero yo no vine a pasarlo mal, vine a vivirlo con naturalidad a un sitio donde no perdía nada porque nadie me conocía.

Decidí ponerlo en Grindr y Tinder. Comencé a hablar con mis amigos españoles con naturalidad sobre el tema. Comenté con un amigo del coro mi problema con la medicación y me dijo “Yo también lo soy, te puedo echar una mano”. Y así fue pasando cada vez mas. Mas personas me respondían con un “Yo también”, con naturalidad. Empecé a ver como en Grindr mucha gente lo pone directamente en el perfil. Empecé a ver a gente sin miedos, que hablaban de esto como un aspecto mas de su vida sin mas importancia. Justo lo que yo quería.

Comencé a moverme en grupos LGTB y en concreto en tres grupos que marcaron por completo mi experiencia; Mi coro, los Radical Faeries (Las Hadas Radicales) y un campamento para gente seropositiva. Todos ellos estaban formados en su mayoría por gente mayor que yo. En España no había tenido esta oportunidad. En estos grupos empecé a conocer a gente bastante mejor que yo y empecé a ponerle cara a esa lucha que había visto en documentales y películas; A Stonewall, a la epidemia del SIDA en San Francisco, a la lucha por conseguir medicamentos que no te matasen mas que el VIH en si mismo, a gente que participó en estudios de nuevos medicamentos en los que murieron la mayoría de participantes, a otros que vieron a sus parejas morir, algunos incluso a dos…y no solo les he conocido si no que he compartido con ellos espacio donde cada uno hablaba su verdad y donde los demás escuchaban sin juzgar. Muchos de ellos se convirtieron en amigos y algunos incluso en hermanos.

He conocido un concepto que no sabía que existía. El survivor shame. Es un síndrome que sufren aquellos que han sobrevivido al VIH tras enterrar a la mayoría de sus amigos. Se preguntan por que ellos no murieron y se sienten culpables por ello. Es algo parecido a lo que sufren los veteranos de guerra. Realmente así fue, pero el enemigo lo llevábamos dentro y no había armas para combatirlo.

Como sabéis he viajado mucho y he estado en contacto con muchas comunidades indígenas de diferentes lugares. Todas tienen algo en común: El respeto hacia sus mayores. Les escuchan, les honran, les aprecian y aprenden de ellos. Sin embargo en la comunidad LGTB les ignoramos. Las nuevas generaciones nos hemos olvidado de ellos. En ocasiones incluso los despreciamos y nos preguntamos “¿Qué hará este aquí?” si vemos a un señor de 60 años en una discoteca de ambiente.

Me he dado cuenta de lo importante que es mirar al pasado y ver de dónde venimos, por que tenemos los derechos que tenemos hoy y gracias a quien. No tenemos el matrimonio homosexual gracias a Obama o Zapatero. Lo tenemos gracias a esas personas que fueron valientes de verdad. La gente a la que echaban de sus casas o sus trabajos por decir que eran gays en los 70 o los 80. A los que protestaban en la calle aunque la policía les partiera la cara. A los que la dictadura franquista metía en la cárcel. A todos los que murieron por el SIDA o los que dieron su vida en los estudios de nuevos medicamentos. A los que iban a enterrar a sus amigos mientras que nosotros íbamos a los cumpleaños de los nuestros. Si yo hoy tengo la libertad de decir que soy gay y vivir tranquilo es gracia a esos gays, lesbianas y trans que salieron del armario cuando suponía poner tu vida en riesgo. Son héroes de carne y hueso; Su superpoder era el de transformar odio en amor. Vencieron y merecen saberlo.

Ahora pregunto a cualquier gay, lesbiana o trans menor de 40 años ¿Cuántas veces te has plantado delante de uno de nuestros mayores, le has tomado la mano y le has dicho GRACIAS mirándole a los ojos? Ellos lo necesitan y nosotros también. Nuestra comunidad tiene muchísimas heridas que sanar aún. Muchos de nuestros mayores viven con un dolor inmenso y nos necesitan.

Este es uno de los motivos por los que salgo del armario del VIH. En honor a nuestros mayores. Por honrar la memoria de los que no están y por crear un poco de conciencia para que los que les queda poco sientan nuestro calor y agradecimiento.

La primera foto del lazo rojo en la isla era un altarcito que hice para rezar por todos ellos en mi último día en América. Desde aquí mi pequeño homenaje.

Vuestro hermano que os ama con todo el corazón. GRACIAS

Mañana os sigo contando mas cositas

3. AMO MI VIH

Como ya he explicado antes mi primera reacción cuando supe que era seropositivo fue de terror. Experimenté toda clase de miedos. pero hubo tres miedos primarios igual que los colores. Mezclando rojo, azul y amarillo consigues todos los demás. Esta fue mi paleta de colores:

Primero fue la vulnerabilidad (digamos, azul). Fui consciente de que mi cuerpo no durará para siempre y funcionará tan bien como yo lo trate. Puede parecer algo de cajón, y yo lo sabía pero no lo había experimentado. Tuve miedo real a la muerte o a la enfermedad por primera vez en mi vida. Miedo a tener un tratamiento que pudiera coartar mi libertad e impedirme viajar o que pudiera tener estragos en mi cuerpo.

Después vino la privacidad (amarillo). Iba al hospital prácticamente con gabardina, gafas de sol y gorra. Borre a muchos “amigos” de Facebook y quite todas las fotos donde se me viera la cara en redes sociales. No quería ir a sitios como Adhara o a reuniones de personas positivas por si veía a alguien conocido allí. De hecho en el hospital me he cruzado más de una vez con conocidos y cada uno mira para un lado haciendo como que no ha visto al otro.

Por último la miedo al rechazo (rojo). Si quisiera cambiar de trabajo lo iba a tener que esconder siempre. Quizás tampoco iba a encontrar compañeros de piso. Y sobretodo, me voy a quedar solo para toda la vida. Si me echo novio tendrá que ser positivo también para poder vivir sin miedo. Si yo no lo digo abiertamente mi posible novio tampoco lo dirá así que no nos encontraremos. En fin, me quedo solo para siempre. Quien me va a querer teniendo VIH? Pasaba muchas noches llorando y pensando “Por que a mí?”

De estos tres primarios venían otros muchos secundarios mezclando los anteriores y así la gama se hacía interminable…

Un dia Alguien me dijo “Debes encontrar la forma de amar al virus” y me faltó poco para mandarle a tomar viento. Por poco borro de facebook a todos los que compartían mensajes espirituales con una foto de Gandhi de fondo tipo “Todo pasa por algo” o “de todo se puede sacar algo positivo”. Pero no lo hice, no os borre, teniais razon.

Con tiempo entendí que siempre habrá alguien que me rechace y esto es un motivo más. Entendí que lo importante es que yo me quiera a mi mismo, tenía que amarme a mi y todo lo que va conmigo. Eso incluye al virus. Si yo me amo a mi mismo el amor externo es opcional y por lo tanto no hay miedo a tenerlo o no. Empecé a meditar y a hacer un viaje a mi interior para conocerme y sanar las cositas que tuviera que sanar.

Entendí que mi cuerpo es de prestao y que debo cuidarlo. Hoy dia soy vegetariano e intento comer orgánico y con consciencia. Deje de fumar, de beber, de tomar cosas con azúcar y procesadas. Empecé a hacer deporte y ya no por ligar mas (ya no necesito impresionar a los guapos y que me quieran para quererme yo) si no por salud y cambie las pesas por la esterilla de yoga.

Entendí que si me aislo puedo perder la oportunidad de conectar con gente maravillosa. Para mi el amor, tanto el propio como el ajeno, iban relacionado con lo que yo pudiera atraer sexualmente a otros o con el sexo en sí mismo. Pero empecé a entender que eso no era amor sino ego y el sexo era comidita para este. Empecé a abrirme a buscar otras formas de conectar con gente hablando de mi verdad y desde el corazón. Con humildad y entendiendo que todos tenemos nuestros miedos, todos tenemos nuestros dramas y sobre todo que todos necesitamos amor y que este se puede recibir de muchísimas formas. Lo que ocurrió desde que cambie esta forma de relacionarme solo lo puedo llamar MAGIA. El culmen de esto fue la primera publicación sobre el VIH.

En este tiempo he conocido a gente increíble que me ha enseñado tantas cosas que sería imposible escribirlas aquí. He recibido tanto amor de los hermanos y hermanas que he hecho en este camino que hasta me he encontrado llorando preguntándome “Por qué a mi? por que tengo la suerte de recibir tanto amor?”.

A día de hoy puedo decir que si Dios se me presentara delante y me dice que me puede curar del VIH pero tendría que olvidar todo lo que he aprendido gracias al virus tengo claro lo que le diría: «Amo a mi virus, me lo quedo a él y todo lo que ha ocurrido desde entonces…y por cierto gracias por Beyoncé!!»

Cambié mi paleta de miedos por la sonrisa que tengo en la foto. Cambié el miedo a que me rechacen por mi propio amor y el de mi gente como el que refleja la mirada de mi hermanita del alma, Branka. Con esas sonrisas y esas miradas es como enfrento el futuro ahora. Con mucho mas amor que miedos.

Quien me va a querer teniendo VIH? Pues yo

Antonio Hernández García

2 comentarios en “Antonio Hernández «Cambié el miedo a que me rechacen por mi propio amor»”

  1. Muy buena la carta, cargada de sentimiento y sensatez. Enhorabuena Antonio.

    Hay quien le toma más tiempo y hay quien le toma menos darse cuenta de que el amor comienza por uno mismo., es decir, me amo, luego puedo amar a los demás. Esto es así porque es imposible que se dé a la inversa. No se es capaz de amar si no se ama uno a si mismo primero.

    Esta es mi premisa en la vida: Yo me amo (con lo que tengo y con lo que carezco) luego soy capaz de proyectar ese amor a alguien más (padres, hermanos, amigos, pareja, etc). El otro factor a tomar en cuanta es la sensatez, actitud de infinito valor y que creo que está muy ligado al amor propio.

    Saludos!

    Óscar Manzo

  2. Antonio Hernández

    Gracias Óscar! Así es, todo empieza por el amor propio así todo lo demás es opcional y no necesario de forma que podemos acudir al amor externo de forma sana y equilibrada. Solo así se pueden construir relaciones saludables con los demás.

    Un abrazo!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll al inicio