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Sexo alternativo: Cuando la pasión se libera de los prejuicios

Existe un mundo ligado al cuero, al látex y el vinilo. Donde aparentemente parece no existir normas ni yugos que restrinjan proposiciones silenciadas. Imagina un lugar donde las fantasías son deseos a satisfacer, retos a llevar a la práctica sin importar su condición huérfanos de todo prejuicio, libres de cualquier condicionamiento negativo. El placer es sagrado, y más cuando este no es egoista sino que se retroalimenta entre dos (o más) personas adultas dispuestas a entregarse a dicha tarea.

La sexualidad es un pilar fundamental para el ser humano, no un simple mecanismo de perpetuación de la especie. Conecta con lo más intimo y profundo del individuo, con la parte más primaria y a la vez con la más elaborada. Crece y evoluciona con nosotros, y viceversa. De la misma manera la sexualidad está compuesta por diversos ingredientes, no sólo la genitalidad.

Por ejemplo el olor de la otra persona (desprende feromonas pueden activar o no nuestro deseo sexual), la presencia de tatuajes (o la ausencia), una determinada complexión física, el color de pelo o la barba. Dentro de esta diversidad de factores puede darse que cierto estilo de ropa pueda acrecentar nuestro deseo por otra persona, es lo se conoce como fetichismo.

En este universo destaca la ropa deportiva, el cuero, los trajes de chaqueta, lo militar entre otros muchos. Como si de una receta de cocina se tratara podemos condimentar esta sesión de sexo con prácticas que no necesariamente tiene que incluir las clásicas mamadas, penetraciones o cunnilingus. O las alternativas como lluvia dorada, scat, fisting, facesitting o trampling.

El placer en sus múltiples formas

Algunas de ellas puede ser el juego de roles, donde una persona tiende a mandar o dominar a otra. El secreto está en que siempre uno disfruta siendo dominado, teniendo que obedecer (o no) al otro quien a su vez disfruta premiando o castigando según su pareja se comporte. El placer en este caso se encuentra en ambos lados de la moneda y se retroamilenta entre las dos personas.

También hay quien disfruta siendo privado de movimiento, bien sea mediante cuerdas (bondage) o con diferentes materiales como plástico (momificación), esposas, grilletes o mecanismos que actúan como cepos reteniendo a una hipotética presa. Otras sin embargo lo hacen cuando además se les priva de alguno de los sentidos con vendas en los ojos o máscaras faciales que además privan de cualquier sonido.

Suficientes presiones y decisiones tenemos que tomar a lo largo del día en la vida diaria, imagínate dejar de decidir y limitarte a experimentar el aquí y el ahora con otra persona de tu plena confianza. Esta técnica puede además acompañarse de diversas prácticas sexuales al uso (todas pactadas previamente entre ambas partes). El juego se acabará cuando la persona privada de movimiento pronuncie la palabra secreta y pactada. Esa será la señal en el que tanto nudos como mascaras serán retirados de forma inmediata.

Hay un sin fin de juguetes aplicables al sexo, dildos, vibradores con mando a distancia, estimuladores prostáticos, plugs, arneses (no sólo son un fetiche sino que algunos tienen una función adicional, sirven para realizar suspensiones en el aire siendo un aliado para los amantes del Bondage). Palas, fustas o látigos para azotar suavemente a tu compañero de juegos (¿a caso nadie ha probado a recibir algún cachete como juego erótico?). Pinzas para estimular los pezones, plugs con remate de pelo sintético simulando la cola de un caballo, utensilios que generan pequeñas descargas eléctricas o juguetes con estética sanitaria o quirúrgica. Todo lo que puedas imaginar está a tu disposición para hacer de tu sexualidad un laboratorio de experiencias únicas.

Para alcanzar este grado de libertad y disfrute primero es necesario conectar con la fantasía que cada uno tiene sin emitir juicio o autocensura. Es una tarea ardua ya que desde nuestra niñez la sociedad se ha esforzado en inculcarnos que este tipo de experiencias sexuales son poco más que enfermizas y degeneradas. Sin embargo cuando comenzamos adentrarnos en este mundo lo primero que nos encontramos son unas normas claras. Estas prácticas (BDSM) deben ser seguras, sensatas y consensuadas, así lo acuñó David Stein en 1983.

Sexo sin prejuicios

Por tanto se requiere un conocimiento necesario que permita prevenir cualquier riesgo al sujeto (seguras). La capacidad de negociación entre ambas partes debe estar libre de cualquier alteración por drogas o alcohol, sabiendo por tanto diferenciar entre fantasía y realidad (sensatas). Todos los participantes deben estar de acuerdo tanto en la forma como en la intensidad con la que se desarrollará el juego. Y por supuesto acordar cuando se pone fin o rescinde la sesión (consensuadas).

Actualmente se habla de »riesgo asumido y consensuado para prácticas de sexualidad alternativa (o no convencional)». Destaca la responsabilidad de los participantes en las prácticas BDSM, siendo esta informada y consensuada para evaluar y asumir los riesgos que puede conllevar dicha actividad. Mientras que la primera definición trataba de establecer una diferencia ante la violencia y los malos tratos, la segunda más actualizada define con más precisión el universo BDSM.

Llegados hasta aquí parece que hay más comunicación entre la comunidad BDSM que entre personas que practican sexo avainillado (convencional o no BDSM). Cualquier relación sexual, sea convencional o alternativa, debería ser segura, sensata y consensuada. Parece que este universo oscuro es más civilizado de lo que cabría pensar en un primer momento. Aprender a mirar este mundo sin prejuicios y estigmas nos hará a todos más libres, alejando la idea de depravación ante deseos sexuales pactados entre adultos libres y conscientes.

Salud y sexo.

Por Iván Zaro, trabajador social

 

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