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Relato de Nagore

Este post está dedicado a una mujer trans, que nos cuenta brevemente cómo ha sido su experiencia personal en la lucha por defender su identidad de género.

Nagore Bermejo es psicóloga de la Residencia de Mayores Madrid Sur, de la Comunidad de Madrid desde 2013. Psicóloga y psicoterapeuta desde 2005, con amplia experiencia en el campo de la atención a personas con necesidades de dependencia. Casada y en espera de ser madre en un futuro próximo.

 

Hola me llamo Nagore y soy feliz,

Perdonen que sea osada, pero es que es así, he podido decidir qué hacer, cómo seguir, y he encontrado los medios, las condiciones para ser la que soy. He andado bien perdida, pero he encontrado creo que a tiempo, las soluciones.

No se cómo me he podido llamar sólo de dos maneras en mi vida si he cambiado tanto. El niño, el estudiante, el psicoanalizado, el trabajador, el deportista, la transexual, la mujer, y sólo me he llamado de dos maneras. Mi primer nombre fue Jesús María. Estuvo bien, si no me quejo. Pero con el tiempo me fui poniendo gris, desvitalizado, decadente y por ende, me sentía cada vez más acabada.

Y no estaba dispuesta a confundir una etapa de mi vida, o muchas de ellas, con la vida misma. Es una cuestión de dar con el camino y elegir. En  el intento me convertí en un estupendo deportista, encontré métodos y apoyo personal y conseguí conocerme más, mi método fue practicar running, si como muchos y muchas, es un buen método. Conocí amigos y compañeros. Me sentó tan bien que conocí mejor mi cuerpo, y que éste está para utilizarlo y escuchar lo que tiene que expresar.

Pues así, me convertí en Nagore, la que soy. Aquí vienen los adjetivos, bueno si, pero soy verdadera y me siento viva. Solo con ver el nombre, diría soy la que soy: N-A-G-O-R-E.  A ver no es fácil, en el sentido que hay que discrepar porque, tienes que exponer a muchos que es lo que quieres, y de no entenderte, de no poder distinguir los otros, si dices la verdad o no, o si te creen lo que dices. De tanto discrepar, te reafirmas más. Así que a mí las dudas me duraron poco. Había motivos.

Una evaluación, no es más que esperar a que persista en el tiempo una exposición o realidad parecida de los argumentos, ni más ni menos. Es decir que para cambiar de género y que te reconozcan lo básico es armarse de paciencia porque no van para nada a tu ritmo. Como no hay instrumentos de medida que indiquen que lo que dices tiene visos de posibilidad tienes que esperar a que reconozcan, los que tiene potestad, a aceptar que lo que ven y oyen, es una persona nueva.

A donde quiero llegar es que una identidad es la que lucha por serlo, por conservar los límites. Y cuando se trata de género, son muchos los que no comprenden. Y no lo puedes hacer a escondidas, tiene que ser con los demás. Pero luego las victorias saben mejor. Jugadas y ganadas por derecho.

Luego, cuando las cosas se van encauzando, si te ves bien, si te ven bien, todo va seguido. A todos los apoyos que he tenido gracias, no hay cosa que se haga más con los demás que cambiar de género.

Nagore.

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