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Prueba de VIH

Al contrario de lo que sucede con otras infecciones de transmisión sexual, la infección por VIH no da síntomas. Durante las primeras semanas, algunas personas presentan la llamada primoinfección, que remite con normalidad. Sin embargo, los síntomas de la primoinfección no son específicos del VIH y pueden atribuirse con facilidad a, simplemente, “habernos puesto pachuchos/as”. En muchas personas la primoinfección no se produce. 

En cualquier caso, la única manera de conocer si has adquirido el VIH es mediante una prueba de saliva o de sangre. Si optas por una analítica de sangre que incluya serología para VIH a través de tu centro de salud, el resultado de esta prueba puede tardar varios días en poder comprobarse. Por eso, si lo único que quieres es conocer rápidamente tu seroestatus para VIH, lo recomendable es que te realices una prueba rápida de VIH. 

La prueba rápida de VIH se suele realizar con saliva. Actualmente esta prueba está disponible en farmacias y puedes realizártela en casa. No obstante, la mayoría de asociaciones que trabajan con diversidad sexual y de género, como Imagina Más, cuentan con servicio gratuito de prueba rápida entre sus actividades. En estas entidades una persona adecuadamente formada para ello puede explicarte cómo funciona la prueba, resolver tus dudas sobre salud sexual, acompañarte mientras sale el resultado y, sobre todo, atenderte adecuadamente en caso de que salga VIH positivo.

El mecanismo de la prueba rápida para VIH es muy sencillo e indoloro. Tras recoger la muestra de saliva con un dispositivo específico para ello se puede conocer el resultado en apenas 20 minutos.  Es muy importante que tengas en cuenta que tienen que haber transcurrido al menos 3 meses desde la última relación sexual de riesgo que hayas tenido para que el resultado, si sale negativo, sea fiable. El dispositivo de prueba rápida con saliva está diseñado para detectar anticuerpos para VIH, pero no puede hacerlo si no ha transcurrido ese plazo, que es lo que se conoce como periodo ventana. 

Normalmente en el dispositivo verás una C (control) y una T (test, es decir, prueba). Transcurridos 20 minutos desde la recogida de la muestra tiene que aparecer siempre una rayita junto a la C, indicando que el dispositivo está en buen estado. Si no aparece, es necesario repetir la prueba. Si esta es la única rayita que aparece y la T se queda en blanco, el resultado es no reactivo a VIH, es decir, la persona no tiene la infección. Si aparecen ambas rayitas (control y prueba) el resultado es reactivo a VIH, es decir, VIH positivo. Si no aparece ninguna rayita, hay que repetir la prueba.

Si el resultado ha sido reactivo a VIH lo conveniente es que acudas a un centro de salud especializado o al médico de cabecera para que puedas someterte a un análisis confirmatorio más completo. Una vez confirmado, te derivarán a tu hospital de referencia para que inicies el tratamiento en los próximos días o, como mucho, semanas.

La prueba rápida para VIH (con saliva o con sangre) es un mecanismo completamente fiable para detectar tu seroestatus siempre que haya transcurrido el periodo ventana de al menos 3 meses. Junto con las analíticas de sangre es la única manera de conocer tu seroestatus. Es muy importante que incluyas esta prueba entre tus rutinas de salud sexual, sobre todo si no siempre utilizas preservativo en tus relaciones sexuales o si perteneces a un grupo especialmente vulnerable al VIH, como los hombres que tienen sexo con hombres o quienes ejercen trabajo sexual. 

Nadie quiere ver un positivo en su prueba rápida de VIH pero, si eso ocurre, la buena noticia es que gracias a la prueba ya lo sabes y puedes comenzar tu tratamiento. Esto preservará tu salud y evitará que puedas transmitir el virus a otra persona. 

Rafael San Román, psicólogo

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