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No te encierres: Vivir con el VIH no pone en riesgo a tu entorno

Hay momentos que seguramente nadie desearía vivir, especialmente esos cargados de dolor que te enfrentan a una nueva realidad como pueden ser la pérdida de un ser querido o un diagnóstico de VIH. Supone un empujón que saca a la persona de su conocida zona de confort, forzándole a vivir una nueva experiencia no elegida.

Es como si mudara la piel y de pronto viviera en un decorado radicalmente distinto interpretando un papel que nunca esperó llevar a cabo. Algunas emociones que afloran en esta etapa son la sorpresa -es algo que jamás se desea, incluso habiendo siendo consciente del riesgo una persona en su fuero interno espera no tener VIH la tristeza o el miedo.

Es un momento en la vida de la persona en la que casi todo asusta, se duda hasta de uno mismo, de las propias capacidades para encajar la noticia. El miedo tiene muchas caras y diversos frentes, se teme a que la salud se deteriore incluso llegando a limitar seriamente la independencia de una persona.

También se teme a que el virus o el tratamiento tengan consecuencias visibles para los demás, al rechazo social, a los efectos secundarios del tratamiento. Pero algo que suele ser común entre las personas recién diagnosticadas es el miedo a uno mismo. Ser consciente de tener VIH en las primeras semanas suele enfrentar a la persona al temor a transmitir involuntariamente el virus a sus seres queridos.

Relaciones sociales habituales como compartir una comida con amigos, jugar con los sobrinos incluso besar a otra persona pueden suponer momentos de elevado estrés para la persona que acaba de ser diagnosticada. La persona se siente peligrosa al ser consciente de su seroestatus, teme propagar la infección a través de relaciones sociales comunes.

Esto tiene un claro impacto en la autoestima de la persona con VIH, quien además se auto-percibirse como peligrosa se responsabiliza de evitar cualquier contacto que pueda suponer una posible transmisión. Son comunes entonces los casos de evitación que conllevan el aislamiento social de la persona VIH, lo cual puede terminar por minar su autoestima.

¿Qué se debe hacer?

Afortunadamente, existen algunas estrategias para desactivar este sentimientoliberando la ansiedad ante contactos sociales:

  • Buscar un profesional con quien hablar para aliviar la tensión emocional y el estrés: Las emociones son energía en movimiento que nos impulsa adaptarnos, nos acercan o alejan de personas, ideas o situaciones. Es importante tener la oportunidad de contar con el apoyo y asesoramiento de un profesional que pueda desactivar la tensión interna. Contemplar cualquier acto social como una posibilidad para la transmisión del virus alimenta el estrés y deteriora la autoestima del recién diagnosticado. Puedes contar con múltiples ONG y profesionales, si estás en Madrid por ejemplo puedes acudir a Imagina MÁS llamando al 915084732.
  • Adquirir información correcta: Nadie te enseña a vivir con el VIH, generalmente es algo que le pasa a los demás, a otros, nunca a uno mismo. Culturalmente existe la falsa creencia de que esto es algo que en el fondo tienen las personas que se lo buscan. Lo cierto es que la información es poder, aproximarse a la realidad actual del VIH permitirá reducir temores infundados mejorando la calidad de vida. Nuestro consejo es evitar Internet y acudir a asociaciones profesionales o bien de pacientes donde poder recabar información fidedigna y actualizada. Si aun así deseas acudir a Internet para informarte, en gtt-vih.org encontrarás un recurso con contenido científico y actualizado.
  • Crear relaciones entre iguales: Contar con un espacio de confort donde poder conocer a otras personas que atraviesan la misma circunstancia que la tuya permite establecer vínculos donde poder expresarte sin miedo al rechazo. Existen grupos de apoyo donde reunirte de forma semanal para compartir aquellas preocupaciones que puedan surgir. También puedes encontrar redes sociales (la conocida ‘‘no estamos solos») donde conocer a personas con VIH. Infórmate de cual es la asociación que preste servicios grupales y/o individuales entre iguales en tu ciudad.
  • Contar con apoyo de seres queridos: El apoyo de una persona querida y relevante para ti como puede ser un buen amigo sin duda te reconfortará, no sólo porque tendrás alguien con quien compartir tus inquietudes sino porque irás normalizando e interiorizando la nueva situación. A quién y cómo contarlo sólo depende de ti, al fin y al cabo es algo tan íntimo que sólo a ti mismo te compete comunicarlo.

El tiempo, la información correcta o conocer a otras personas en la misma situación son estrategias que ayudarán a desactivar el efecto »hombre bomba» que algunas personas recién diagnosticadas por VIH padecen.  Esta realidad, que forma parte de las etapas del duelo, de alargarse en exceso o no superarse, puede desencadenar trastornos psicológicos que mermen la calidad de vida del paciente.

Entre ellos destacan trastornos del estado de ánimo o de ansiedad, que dificultarán la vida cotidiana de los pacientes. No hay que olvidar que el momento del diagnóstico de VIH supone un momento traumático, por lo que al contar con apoyos profesionales y personales se facilita el proceso llegando incluso a culminar con un crecimiento postraumático.

Por Ivan Zaro

 

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