by Imagina MÁS
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Uno de los recuerdos que tengo de mi época universitaria es el miedo a conocer las notas de algunos exámenes. Sucedía varios días después del dichoso test. Oía rumores de que ya estaban colgadas y, con una mezcla pastosa de curiosidad, miedo y deseo me acercaba a ese enjambre de calificaciones para buscar mi nota con la mirada.
Apunte: lo de que ya estaban colgadas no era en internet, es literal: folios clavados en corcho… Una ya tiene unos años.
Muchas veces no me importaba pero algunas (bastantes, ya que 5 años de carrera universitaria dan para mucho) odiaba ese momento. Porque me daba miedo. Miedo porque sabía que iba a suspender y, directamente, no quería enterarme. Miedo porque no tenía muy claro si iba a suspender o no, pero igualmente no quería saberlo.
En esas ocasiones prefería vivir en la ignorancia, estirar indefinidamente ese limbo en el que todavía no conocía una mala noticia. Así podía seguir “cómodamente” instalado en la fantasía de que, mientras no se me notificara el suspenso, todavía no estaba suspenso.
Debo decir en mi defensa que la mayor parte de las veces aprobé mis exámenes a la primera. Obviamente, también puedo afirmar que el 100% de mis exámenes quedaron aprobados al final (¿cómo, si no, me habrían dado un título de licenciado firmado por un rey emérito? Qué malas sois, ¡que yo no soy tan importante, yo sí fui a clase y estudié!).
Sin embargo, mientras eso sucedió tuve que enfrentarme a unos cuantos suspensos. Más de uno fue gordo, más de uno dolió lo suyo. Creedme: hubiera dado cualquier cosa por que cada uno de esos resultados-putada a una prueba no hubiera llegado jamás y se hubiera quedado para siempre en el agujero negro de los suspensos nunca sucedidos y nunca notificados.
Lo que ahora sé es que si hubiera sido así nunca habría sabido que tenía una asignatura suspendida y nunca habría podido estudiarla de otra manera, preparármela mejor y, finamente, aprobarla. Si no me hubieran notificado todos aquellos suspensos dolorosos, que de hecho se habían producido, yo hoy no habría conseguido mi título: estaría académicamente moribundo en ese sentido. ¿Sabéis qué? No me habría merecido la pena para nada.
Muchas personas retrasan -o eluden indefinidamente- el momento de realizarse una prueba de VIH por el miedo a enterarse de que son seropositivas. En realidad, solo una minoría de las personas que se realizan esta prueba obtienen un resultado de VIH+, pero el miedo a ser una de ellas hace que muchas personas prefieran que la nota del examen no llegue nunca.
Esto les permite vivir indefinidamente en la fantasía de que si no saben que tienen esa infección es que no tienen esa infección. Afrontar esta parte de tu salud sexual con estrategias evitativas de este tipo resulta muy comprensible pero, cuando se trata del VIH, a la larga puede tener consecuencias realmente negativas para tu salud.
Recibir un diagnóstico de VIH+ es muy impactante, sobre todo durante los primeros meses de convivencia con la infección (luego todo es muuuucho más normal, palabrita). Pero lo que te tiene que quedar claro es que si ha de ser, es crucial que sea cuanto antes.
Cuando hablamos de VIH no da igual saberlo a los pocos meses de la infección que a los varios años. Está más que comprobado que el diagnóstico precoz es una de las estrategias más potentes para reducir los efectos negativos que el VIH provoca en la salud de quienes lo contraen.
Actualmente en nuestro país el diagnóstico de VIH+ va acompañado del inicio del tratamiento en un plazo máximo de algunas semanas. Esto permite que la carga viral disminuya rápidamente a niveles indetectables e impide que se transmita a otras personas aun teniendo relaciones “de riesgo”. También favorece que el sistema inmune se restablezca y, por tanto, hace que la salud de la persona con VIH sea normal.
Si el diagnóstico tarda en llegar o se realiza de manera técnicamente “tardía” es muy probable que la persona esté ya en fase de enfermedad avanzada o sida (sistema inmune muy deteriorado y de recuperación muy difícil, más presencia de enfermedades oportunistas que ponen en peligro la vida de la persona).
En resumen: es más probable que no tengas VIH que que sí que lo tengas, pero si lo tienes, lo mejor es que te enteres cuanto antes. Eso hará que te pongas rápidamente en tratamiento, que tu salud se restablezca muy rápido y que sea imposible que transmitas la infección a otras personas.
Hazme caso. Yo estudié en una facultad de Psicología. Por nada del mundo quisiera tener todavía exámenes pendientes allí.
Rafael San Román, psicólogo de Imagina MÁS
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Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio
Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio
Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio
Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio