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Decir que tengo VIH: cómo, cuándo y a quién

Acostumbrarse a vivir con VIH de una manera saludable incluye varios momentos importantes: el primero es el diagnóstico, el segundo es el inicio del tratamiento y el tercero es alcanzar una carga viral indetectable y, por tanto, intransmisible. Lo habitual es que los tres sean eso: momentos que, aunque sean muy intensos, se viven solo una vez en la vida.

Sin embargo, en la vida de las personas con VIH hay otros momentos que no son únicos, sino que se van repitiendo periódicamente. Son aquellos que tienen que ver con la comunicación del seroestatus, esto es, decirle a otra persona que tienes VIH.

Cuando hablamos de “otra persona” nos referimos principalmente a familiares, amigos, compañeros de trabajo y, por supuesto, diferentes parejas sexo-afectivas que vas teniendo a lo largo de la vida.

Decir que no tienes VIH es fácil, pero decir que sí lo tienes es un poco más complicado. El tema daría mucho que hablar y, si te resulta demasiado conflictivo, lo recomendable es que es que puedas tratarlo detenidamente junto a un profesional que te oriente, por ejemplo en nuestra asociación.

No obstante, de manera resumida, vamos a indicar algunos puntos clave que tienes que tener en cuenta a la hora de comunicar tu seroestatus a alguna persona de tu entorno.

  1. Decides tú, no la otra persona

No tienes la obligación de decírselo a nadie: una persona con carga viral indetectable no puede transmitir el virus, por lo tanto nadie necesita saber que tú tienes VIH para no sentirse “en peligro”. Por eso, eres tú quien decide cuándo es el momento más conveniente para ti en primer lugar para compartir con esa persona que tienes VIH.

  1. No hay que contarlo todo

Decide qué parte de la historia quieres contar. La persona con la que hablas puede sentirse autorizada a preguntarte ciertas cosas por el hecho se ser informada, y esto es legítimo. Sin embargo, tu historia es tuya y de nadie más. Decirle a alguien que tienes VIH no quiere decir que le cuentas cómo lo adquiriste, si hiciste algo por prevenirlo o no, cuándo ocurrió o cualquier otro detalle que la persona te pregunte. Tú eliges cuánta información das.

  1. Cuida la forma y el fondo

Piensa que gran parte de lo que persona entienda depende de lo que tú le cuentes: elige bien el tono y también los mensajes implícitos sobre qué significa para ti tener VIH que acompañen a tus palabras. Si le cuentas una historia deprimente y preocupante esa es la imagen que se llevará. Si le transmites que no debe preocuparse, le informas de cómo funciona el VIH y le recuerdas que haces una vida normal y que no tiene que preguntarte cada semana cómo te encuentras eso es lo que captará.

  1. Confidencialidad ante todo

Recuérdale a la persona que esta información la estás compartiendo con ella pero que no debe decírselo a nadie sin tu consentimiento. Normalmente la gente ya sabe que tiene que ser muy discreta con este tipo de temas pero eso da igual, no pasa nada porque se lo recuerdes. Ya sabemos que no lo va a publicar en un periódico: recordarle que no debe comentarlo con nadie a no ser que tú lo autorices quiere decir que no lo compartirá con su pareja, su madre o su amiga del alma en plan “te cuento una cosa pero no se lo digas a nadie”. Este tema es solo algo vuestro.

  1. Dale tiempo para reaccionar

Prepárate para cualquier tipo de respuesta. Muchas personas reaccionarán favorablemente pero otras se preocuparán por ti o, incluso, por ellas mismas. Recuerda que no todo el mundo cuenta con información actualizada sobre el VIH. No pretendas que una persona realice en una décima de segundo el mismo proceso que tú has hecho en días, semanas o incluso años. Siempre que haya respeto, prácticamente todas las reacciones son admisibles. Si la persona que tienes delante es respetuosa, dale un tiempo razonable para que entienda y asuma lo que le estás diciendo. Si alguien, por ignorancia o por miedo, no te trata bien, no debes consentirlo: pon un límite, protégete y sigue tu camino al margen de esa persona.

Rafael San Román, psicólogo

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