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El 14 de febrero es conocido por ser San Valentín, fecha en la que se celebra el amor. Sin embargo, también es el Día Europeo de la Salud Sexual y, para entender qué es lo que se celebra en este caso, tendremos que definir Salud Sexual. Según la OMS, se trata de “un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia”.
Reflexionemos por un momento acerca del objetivo que perseguimos a la hora de tener un encuentro sexual. En numerosas ocasiones, la respuesta a esta pregunta será: experimentar placer, disfrutar. Pero… este placer, ¿cuándo empieza y cuándo acaba? ¿El placer solo se experimenta el rato que dura el encuentro? ¿Durante una práctica en concreto? ¿O empieza mucho antes? Al seducirnos, al planificar la cita, al anticipar lo que sucederá… ¿Y cuándo acaba? El placer tampoco acaba cuando termina el encuentro, sino que va más allá y, días después, resulta placentero recordar momentos, sensaciones, etc. Sin embargo, en ocasiones, este placer puede verse empañado al haber realizado prácticas que no nos apetecía realizar o al no haber utilizado un método preventivo por presión de la(s) otra(s) persona(s), especialmente si, además, a posteriori aparecen síntomas molestos relacionados con alguna ITS.
Esto nos lleva a hablar del método preventivo por excelencia: el preservativo. Hay condones de diferentes formas, tamaños y colores, específicos para realizar diferentes prácticas. Hay preservativos para penes y preservativos para vaginas, preservativos de fresa y de chocolate, de tamaño XL, de látex, de poliuretano… Puedes adquirirlos en numerosos establecimientos y, también, de manera gratuita en entidades como la nuestra. Es un método accesible, fácil y cómodo de utilizar. Sin embargo, ¿por qué hay tantas personas que se muestran reticentes a la hora de utilizarlo? Es frecuente decir o escuchar frases del tipo: “porque se siente menos”, “porque aprieta”, “porque me escuece”, “porque me corta el rollo tener que parar y ponerlo”…
Todas estas frases son fácilmente desmontables: hoy en día hay preservativos hechos de materiales ultrafinos que prácticamente simulan la sensación piel con piel, si aprieta es porque no estás utilizando la talla correcta, si escuece podría ser debido a una alergia al látex y, en ese caso, existen preservativos de otros materiales como el poliuretano. Y, por último, el acto de poner el condón puede ser erotizado e introducido dentro del juego, sin necesidad de “parar” para colocarlo.
Incluso después de haber desmontado estos mitos, es completamente lícito (faltaría más) no querer utilizar preservativo: siempre y cuando sea una decisión reflexionada, consciente y hayamos dedicado un tiempo a valorar los pros y contras de no usarlo. Y, por supuesto, esta decisión nunca se dé bajo presión o chantaje por parte de otra persona.
Es importante tener en cuenta que el condón no es el único método preventivo y que existen otros como la PrEP, la Post, el cuadrante de látex (para cunnilingus) o realizarnos chequeos de ITS de forma rutinaria.
Parece algo trivial, pero resulta clave dedicar un espacio a preguntarnos qué queremos hacer, qué no, cómo lo queremos hacer y con qué objetivo. De esta forma estaremos cuidando de nuestra salud sexual a todos los niveles.
Alba Alonso, sexóloga
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Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio
Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio
Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio
Si se tiene en cuenta que en PubMed, algo así como la Wikipedia de las publicaciones médicas, hay alrededor de 800 artículos que relacionan «mujer VIH y salud mental», puede ser que haya alguna relación. Voy a resumir, libremente y por mi cuenta, un estudio recién publicado por varias mujeres, entre ellas Alice Welbourn. A Alice la conozco personalmente, y verla a ella es verle la cara a la primera generación que se infectó con VIH cuando, esto es otro tópico que se usa mucho, el VIH era una sentencia de muerte. Tan tópico como cierto, lamentablemente.
A ver, para empezar, en inglés se llama «mental health» a la salud mental, pero me parece que no tiene el mismo matiz que aquí, pues se usa de una manera más generalizada, como, digamos, a good mental health sería como tener tu mente en forma. Pues a través de un estudio