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El mercado laboral, la última barrera para el colectivo trans

Antes se decía que el trabajo era una maldición divina. Hoy, para cualquier persona trans, es una suerte, un privilegio y una verdadera fortuna.

Según el porcentaje de personas transexuales a nivel mundial añadido la tasa de desempleo de dicho colectivo, podemos afirmar que existe un enorme potencial económico dormido y un despilfarro para cualquier país (además de una tremenda injusticia).

Tenemos, por tanto, a un gran grupo de personas que están en las fronteras de la marginación. No debe extrañar que, por todo lo anterior, haya arraigado el desaliento en algunas personas trans.

Y a pesar de este panorama, asumida la obligación moral, tenemos también la obligación social, civil y jurídica de integrar a este colectivo en el mundo laboral.

Las empresas que trabajan bajo el concepto de responsabilidad social deben incluir en sus códigos de conducta la realización de iniciativas, tanto para la contratación de las personas trans como en su promoción laboral.

Para las organizaciones representativas de personas trans, el empleo se ha convertido en una de las grandes prioridades, ya que (en España) actualmente afecta gravemente al colectivo, ya que un 55% de las personas transexuales acaba trabajando en la prostitución, ya que las empresas privadas tienen preferencia por las personas no transexuales y encuentran inconveniente en muchas ocasiones para la contratación de dicho colectivo.

El empleo se convierte en una pieza clave para asegurar la integración de la persona a la sociedad. Es la mejor vía para ofrecer soluciones reales para los problemas del colectivo, ya que la mayoría viven en la pobreza y marginación debido a que es muy difícil para ellas encontrar trabajo, muchas son rechazadas por sus familias y al no tener recursos acaban en la prostitución y la indigencia.

Inmersión laboral

Es una realidad comprobada y contrastada que los caminos a la integración pasa inexcusablemente por el trabajo. Ya que esa integración laboral es la clave de todas las otras. Una persona no puede estar sin empleo, no merece ser desplazada, ni marginada, ni olvidada como si fuera una ciudadana de categoría inferior.

Tampoco es aceptable que la vida de una persona trans sea un continuo luchar contra todo tipo de barreras. Cada persona sin trabajo es un problema que cuesta y no aporta y está sometida a la humillación de ser dependiente de alguien.

Incorporar al mercado de trabajo al mayor número de personas trans posible acarrea una serie de consecuencias positivas desde el punto de vista de la creación de la riqueza ycontribución a la sostenibilidad general del sistema (a modo de ejemplo, cuanto mayor sea la población ocupada, mayor será la capacidad de consumo y mayores serán las aportaciones tributarias).

Todo lo anterior necesita de un cambio de percepciones respecto a la transexualidad, empezando por la educación y el empleo, que son los factores determinantes de la integración social.

Por Teresa Navazo, trabajadora social

 

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