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De MADRE a MADRE: Una historia para recordar con el corazón

Hoy me apetece explicar un poco de la historia de mi vida. Por si tengo la suerte de que alguien lo lea, deciros que aunque el escrito tenga este título no está en mi pensamiento el que solo sean madres quienes lo lean, si no todo lo contrario.

Me sentiría feliz de que lo leyeran todas las personas a las que les apetezca saber una parte de la vida de una persona con una vida insignificante como la de cualquier persona de a pie y desconocida para vosotros, aunque si lo leéis ya no seré tan desconocida.

Físicamente sí, claro está, porque nunca me habréis visto, pero cada vez que os acordéis de este escrito me sentiré un poco más conocida por vosotros. Con esto no quiero decir que todo el mundo esté de acuerdo con mis pensamientos y sentimientos, al revés, todo es respetable en el camino de la vida y además es algo enriquecedor. Conversar y escuchar, aunque no sean tus ideas, para mi es lección de aprendizaje, no sé puede olvidar que mientras hay vida estás aprendiendo, porque la universidad de la vida te enseña muchísimo. No sé si esto es suficiente como prólogo, espero que sí.

La pequeña historia que quiero contar hoy no es ficción, porque la verdad y la realidad superan a la ficción en todos los sentidos, en lo bueno y en lo malo. Y no es fantasía, ya no tenemos edad de fantasear, ya hemos perdido esa inocencia tan maravillosa de cuando eras pequeño y no sabías que los reyes eran los padres, bendita inocencia y bendita ignorancia cuando nos los creíamos todo.

De las pocas películas americanas que se podían ver en este país y en mis tiempos, joder, todas eran de color de rosa y tú soñabas despierta y pensabas que todas esas cosas maravillosas te iban a pasar a ti… Dios, que chasco cuando vas creciendo, madurando y ves que no solo existe el color rosa, que hay una gama de colores preciosos –y otros no tanto- y es entonces cuando empiezas a ser realista y a apoyar bien los pies en el suelo para no salir volando con tus sueños. Que bonitos los sueños ¿verdad? Pero a veces te despiertas y te das cuenta de que también hay pesadillas.

La vida, una lucha

Ahora me presento. Soy Puri, de Purificación, claro está, no podía ser de otra manera. El nombre de mi abuela materna. Tengo 57 años. He tenido una vida dura. He sido hija maltratada y mujer maltratada también, pero he luchado, he luchado mucho la verdad. Ya nací luchando. Mi madre en mi embarazo se puso muy enferma y le hicieron una cesárea cuando estaba de 8 meses porque yo podía morir. Nacía enferma, pero ya empecé a luchar ahí porque aquí estoy.

Me casé muy joven para poder salir de casa, pero lo hice enamorada, aunque en vez de llegar el amor que esperaba llegó el alcohol.

Tengo tres hijos maravillosos de esa borrachera continua de su padre. Tengo que decir que yo fui a buscar a mis hijos, nunca me quedé embarazada de rebote. La gente no entendía como tenía hijos con una situación como la que tenía en casa. Lo que no sabían es que quizás era egoísta, no lo sé, pero que los tenía porque ellos eran mi vida entera. Pero bueno, todas las demás cosas de mi vida las dejaremos para otro momento.

Mi testimonio hoy va a ser sobre otro tema. Mis tres hijos son varones y mi hijo mediano es homosexual y os quiero explicar todo mi proceso de sentimientos, tolerancia e ignorancia. Vaya por delante que quien lea esto y se sienta reflejado  y esté empezando a vivir esta experiencia o solo quiera hablar, yo estoy dispuesta a escuchar, porque nada se comprende tan bien como lo que vives en tu propia piel. Empatizas tanto cuando ves que otras personas viven o han vivido lo mismo que tú, que eso sí que es comprensión de verdad.

Ante todo decir que para mi los tres son iguales y mi amor es igual para cada uno de ellos, pero de los tres él siempre fue diferente. No mejor ni peor, diferente. Era más sensible, sus juguetes eran muñecas, no le gustaba nunca ir manchado… ¿Y cómo no? Siempre ha tenido amigas, muy buenas amigas. Eso cuando pasa el tiempo lo entiendes. Las chicas tienen tendencia a juntarse con ellos, porque tienen otra sensibilidad.

El camino de la verdad

Como madre, por decirlo de alguna manera, yo tenía la mosca detrás de la oreja y pensaba que podía ser gay, pero por otro lado pensaba también que no, que por qué iba a serlo. Es como correr un visillo delante de tus ojos para evitar tener problemas y así nos engañamos a nosotros mismos. Esa parte de cobardía del ser humano o el egoísmo de no querer sufrir.

No quiero decir que tener un hijo homosexual sea un problema, nada más lejos de mi intención, era la ignorancia que se tenía sobre ese tema y muchos otros. Hace tantos años. Yo lo que quería evitar era todo ese sufrimiento para mi hijo, porque cuando te das cuenta de que es verdad, piensas »¿Qué le va a pasar a mi hijo? ¿Qué le harán en la calle?…» Eso duele mucho, el no saber, la incertidumbre….

Cuando tenía 12 años tuvo que cambiar de colegio y tuvo problemas con los demás chicos. Me llamó su tutor y me dijo lo que pasaba, que le insultaban, se metían con él… Yo le dije al tutor que tal vez sí que era homosexual y él me dijo que no, que los chicos estaban celosos porque las niñas se habían pegado a él como una lapa y claro, no le pueden decir feo, porque no lo es, ni gordo porque tampoco, ni tonto ni gafotas ni nada de todo eso y por eso de dicen maricón, pero según él no lo era.

Lloré. Lloré mucho por su sufrimiento y cuando llegó a casa se lo pregunté abiertamente – y me dijo – No, mama  -y yo le dije- cariño, si algún día crees que lo puede ser, que sepas que estoy aquí.

Luego viene la etapa en la que se encierran, la etapa tupperware como yo digo, porque era hermético. En esa etapa solo hablan con sus amigos, pero para mi era un sufrimiento, porque como era impenetrable no sabía como ayudarle. Estaba mal, callado, con mal humor -y yo le decía- ¿Qué te pasa? Para que pueda entenderte…

Un día con 14 años me dijo que esta vida era una mierda y que se quería morir. Dios, imaginaros… Que un hijo con 14 años te diga eso con toda la vida por delante… fue muy duro, muy duro. Además en plena adolescencia, que para mi es la peor etapa de la vida de un ser humano. No son hombres, no son niños, cambios físicos, cambios hormonales, cambios psicológicos, se ven feos, creen que lo saben todo y que nosotros, los padres, no sabemos nada y que lo mejor del mundo son sus amigos. Quién no se acuerda de esa etapa ¿verdad?

El dolor de una madre

Años más tarde me enteré de que tenía motivos más que suficientes para su sufrimiento por todas las perrerías que le hacían en el instituto. E incluso tuvo varios episodios de ausentismo escolar y él por no hacerme sufrir a mí no me contaba nada.

Como duele, como madre, pensar que ha llevado todo ese dolor solo. Duele mucho.

Tengo que decir que ha sido duro, muy duro y él ha luchado, porque tiene una fuerte personalidad y nunca ha sido hipócrita, siempre se mostró como era aunque eso le trajera problemas y quería que el que lo quisiera lo hiciera siendo como es. Hijo, que valiente has sido.

Con 15 años me lo confesó. Nunca se lo agradeceré lo bastante. Darme la oportunidad de no haberme perdido nada de su vida desde ese momento, porque es muy doloroso que encima tengan que llevar una doble vida (una en casa y otra en la calle) y se lo agradecí muchísimo.

A veces creemos que por ser padres tenemos el derecho de saber todo de nuestros hijos y eso es una equivocación ¡Y que equivocación! Ese es un derecho que te tienes que ganar, que no nos viene dado. La noche en la que me lo contó lloré, lloré mucho, nunca delante de él, pero a partir de ese día no lloré nunca más. Es más, ese día fue 22 y el 24 ya di mi primera charla en Zaragoza. *Con la Asociación de Padres y Madres de Gays y Lesbianas de Barcelona.*

Hablábamos mucho cada noche, porque yo no quería dejar aparcado el tema como si fuera un tabú, además estaba hambrienta de saber y de aprender y que me explicara como se sentía, eso sobretodo, eso era lo que quería saber.

Ahora le entendía.

Había días que nos reíamos porque yo le decía »Mira, yo que pensaba que no iba a tener yerno al no tener chicas y que no iba a poder hablar de tíos buenos». Y mira por donde, sí que lo podía hacer, aunque claro está ¡No tenemos los mismo gustos para nada!

Cuando os digo que el día que me lo confesó lloré, fue por miedo, porque para mí mi hijo era el mismo antes de decírmelo y después, por supuestísimo.

La aceptación

Los hijos no se eligen. Como no se eligen los padres tampoco. Los hijos no son electrodomésticos que vienen con garantía y se pueden cambiar. Además, ¿cómo vas a rechazar a tu hijo y luego pedirle a la sociedad que lo acepte? Si no lo aceptas tú… No os olvidéis que la sociedad empieza en casa, no de la puerta para fuera.

Él una noche me dijo que si volviera a nacer, y pudiera elegir, volvería a querer ser gay y yo le dije: No, cariño, porque eso te ha traído problemas y nadie quiere tener problemas y en esta vida lo fácil es ser heterosexual, porque esta sociedad es muy hipócrita y tiene mucha doble moral.

Tengo que decir que en el principio si a mi me hubieran dicho »dale a este botón y tu hijo será hetero» le hubiera dado, pero con el tiempo pensé »¿Quien soy yo para cambiar la vida de mi hijo?»

Pasas varias fases como madre. Está la de egoísta »¿Por qué me ha pasado esto a mi?». La de la culpabilidad »Que mal lo he hecho. Si les he educado a todos igual…» Hasta que pasa el tiempo y piensas cómo has podido pensar esas cosas, si la única recompensa que queremos como padres es que sean felices en una vida que a veces es muy dura. Y lo que tengo muy claro es que mis hijos no son privilegiados por ser hijos míos y que eso no va a hacer que dejen de sufrir lo que les toque en sus vidas.

Pero lo que sí que me hace daño es que él tenga un sufrimiento extra por su orientación sexual. Si total, hoy día estamos cada vez menos tiempo con nuestras parejas… cuando llegas a casa del trabajo y eso es en la intimidad cada uno de su casa. Si ellos siguen siendo hijos, amigos, compañeros, nietos, etc… vaya que siguen siendo las mismas personas antes de saberlo y después.

Si total, ¿Qué diferencia hay en que a la hora de enamorarse o de tener sexo lo hagan con Pepi en vez de con Pepe? Ya ves que insignificancia para a veces hacerles tanto daño por la intolerancia, la ignorancia, la maldad y la falta de educación que nos ha faltado, porque creo que en los colegios también tendrían que hablar de todo esto, no solo explicarles que en la vida hay blanco y negro, si no que también hay grises.

Explicar a los niños que la sexualidad y los sentimientos son plurales. Digo lo de los sentimientos, porque la gente los ve con la peineta y la bata de cola y piensa que son unos promiscuos, porque creen que solo piensan en el sexo. Pues señores, las carreteras están llenas de prostíbulos, por algo será ¿no?

Ellos se enamoran, sufren desamor y claro está, también tienen sexo, pero ojo, tienen muchas maneras de tener sexo, no lo tradicional que piensa todo el mundo, porque hay muchos chicos que no practican la penetración. Como cualquier ser humano… hay cosas que nos gustan y cosas que no y todo es respetable.

Entiendo que muchas personas no sepan muchas cosas sobre este tema, porque si no lo viven de cerca creen que no es un problema suyo y pasan de querer saber. Como si no enriqueciera a una persona saber de todas las cosas. Que haya sentimientos es un aprendizaje para tener la virtud de empatizar con la mayor cantidad de personas posibles. Que virtud tan preciosa ponerte en los zapatos de otro por un rato y comprender los sentimientos y sufrimientos que padecen los demás, creo que eso te hace mejor persona.

La conquista de los derechos

Podéis pensar »Claro, como a ella le ha tocado vivir eso, pues se ha implicado» pero la verdad, por mi carácter, me implico en muchas cosas y empatizo con muchas personas. No solo me pasa desde que supe lo de mi hijo, me ha pasado siempre, ya desde muy niña siempre fui muy dura con las injusticias. Mi madre me decía »Hija, tu no puedes arreglar el mundo sola y Teresa de Calcuta solo hay una» Lo que si que he hecho es no quedarme en el sofá. He salido a luchar por los derechos de mi hijo. Tengo tres, los he parido con mucho dolor y con mucha ilusión y por eso quiero que los tres tengan los mismos derechos al igual que tienen las misma obligaciones, porque tienen las mismas, eso no lo dudéis.

En mi lucha he ido a hacer charlas, he ido a la radio, a la televisión, a la prensa. He ido a hablar con el obispo de Barcelona. He sido madre de acogida y he ido a todas las manifestaciones posibles y he luchado para pedir la ley de parejas de hecho. Todo ha sido para reivindicar por mi hijo, y todos los que son como él. 

Porque es muy doloroso ver que tu hijo es un ciudadano de segunda clase y solo por sentir diferente. No se podían casar, les negaban trabajo si veían que tenían pluma… algo que debéis saber, el que es amanerado no se fuerza para que le salga, viene dado con su genética y para ellos es normal, no es forzado. Los rechazaban como apestados, como si eso se contagiara. En muchos países, todavía hoy, no pueden donar sangre como si todos los homosexuales tuvieran vih.

No podían adoptar hijos, como si los fueran a educar para que salieran gays ¡Que absurdo! Un niño necesita amor. Y no olvides que el 99% de niños maltratados son hijos de parejas heterosexuales, es muy duro decirlo, pero ahí están las estadísticas.

El amor es la única respuesta

Yo creo que he puesto mi granito de arena para que alguna vez todo esto sea normal en la sociedad. Yo no lo veré, porque aunque se diga que está normalizado, nada más lejos de la realidad, falta mucho por andar todavía. Cuando la sociedad empiece a entender que no se hacen, que nacen. Esa es la verdad. ¿Como va a elegir una criatura con 2 o 3 años? Puede elegir si le gusta lo salado o lo dulce… Por eso no me gusta cuando dicen que es una opción como quien puede elegir estudiar o trabajar, tener hijos o no y así miles de cosas. Pero esto no se elige, no lo dudéis.

Otra cosa es cuando te dicen que están enfermos. Perdona, pero no. La organización mundial de la salud descartó la homosexualidad como enfermedad. Yo como madre muy metida en el tema he oído burradas tipo »Para tener un hijo así preferiría tener un perro, o un hijo drogadicto o lo hubiera ahogado al nacer» »Quiero que operen a mi hijo para que le quiten este problema» ¿Sabes que les decía yo? Que el problema lo tenían ellos y que fueran ellos al psicólogo para que les abrieran la mente. Les ponía un ejemplo: Si subes a tu terrao’ en Barcelona verás Barcelona, pero si te subes en un helicóptero veras toda Barcelona. Eso es como abrir tu mente y ver más allá que al dejarla cerrada.

He visto hermanos que dejan de hablar con sus hermanos solo por su orientación sexual. He visto padres que echan a sus hijos de casa. He visto niños a los que quemaban con colillas de cigarros, que venían con cortes de cuchillos. Niños a los que tenían poco más que secuestrados en sus habitaciones, sin poder salir ni mencionar el tema en casa. He conocido niños que se han suicidado.

Así de duro es para muchos, creerme, ya os he dicho que la realidad supera la ficción y estamos hablando de que estamos en el siglo XXl. Son críos que han tenido mucho sufrimiento interior, porque el primer paso que tienen que superar es aceptarse a ellos mismos y eso a veces no es fácil, es un trabajo de uno mismo muy laborioso. Pero ese sufrimiento que han pasado les hace madurar antes, los enriquece mucho como personas, los hace más tolerantes y respetuosos…

¡Ojo! Con esto no quiero decir que todos son maravillosos, no, personas hay de todo tipo. Hay que son ladrones, asesinos, malos hijos o sea mala gente… lo que no hay que olvidar es que el carácter de una persona o de lo que eres en vida con defectos y virtudes, eso solo va en la persona y no tiene nada que ver, en absoluto, con su sexualidad o con ser hetero u homosexual. Eso va en uno mismo, no lo dudéis.

¡Ah! y la fama de la promiscuidad… pues hay de todo también. Hay parejas que llevan montones de años, hay otras de menos tiempo y hay gente que solo quiere pasar un rato con alguien ¿A quién no le ha pasado esto alguna vez?

Una inmensa minoría

Yo creo que la gente tiene esa idea, porque al ser una minoría quizás se vea más. Una minoría, pero la estadística dice que el 10% de la población lo es, aunque yo creo que son más, porque ahí solo se cuentan los reconocidos, pero todavía hay mucha gente que por la presión de sus trabajos, familias, etc… no lo reconocen.

Quiero desde aquí dar las gracias a todos esos padres que habéis aceptado a vuestros hijos y apoyado en todo eso, es maravilloso para vosotros y para que ellos puedan vivir una vida más agradable sintiéndose apoyados por las personas que más los quieren en el mundo. Eso es esencial para cualquier persona en esta vida, porque a esta vida todos venimos a lo mismo. A que nos quieran, a que nos rechacen y a querer ¡Que bonito dar amor!

A los padres que estáis empezando con esta experiencia quiero deciros que pasaréis por varias fases de dolor, de no saber que hacer para ayudarlo… para eso también os digo que viváis donde viváis hay asociaciones que os ayudarán mucho a comprender y a saber que hacer, es un gran apoyo y hacen un gran trabajo, de verdad.

Os sentiréis acompañados y comprendidos. Tratar el tema sin miedo, en dos días ya se hablará con normalidad, os lo aseguro. Pasaréis por la fase del egoísmo del »por qué te ha tocado a ti», luego vendrá el sentimiento de culpa, el de »por qué os ha pasado esto a vosotros y si lo habéis hecho mal», nada más lejos de la realidad, pero pasarán los días y todo volverá a la normalidad, os lo digo por experiencia.

Es más, vuestra relación se hará mucho más fuerte, mucho más sincera, no habrá secretos y vuestro hijo se os mostrará tal y como es, sin esconderse de sus sentimientos y estará orgulloso de sus padres por ser entendido, comprendido y sobre todo querido como si nada hubiera pasado, que en realidad es así, no ha pasado nada, nada en absoluto.

A los padres que no podéis aceptarlos os diría que no pensarais con la razón, que penséis con el corazón. Que si hasta aquí habéis sido buenos padres ¿Por qué no seguir siéndolo? ¿Qué pensáis que ha cambiado? Pensarlo fríamente, Nada. Que un día traerá un novio a casa o una novia si es una chica ¿Qué importancia tiene eso? Si como padres solo queremos lo mejor para nuestros hijos y que sean felices. ¿No os parece que es felicidad llevar con orgullo a su pareja a casa? Sin tabus, sin miedos y que puedan decir orgullosos »Estos son mis padres».

Comprender es liberarse

No olvidéis que ellos no lo han elegido, les ha venido dado por la naturaleza y que no es un error, es así y punto. Reflexionar con corazón y al fin de cuentas… ¿que desearíais? ¿Que estuvieran solos? ¿Que se sintieran marginados por sus propios padres? ¿No os parece mal que después de su sufrimiento interno tengan que sufrir también por vuestro desprecio y por perder vuestra confianza? ¿Creéis que merece la pena perder una relación cordial con vuestros hijos por una mala comprensión?

Nunca penséis en el que dirán porque cada uno tiene que vivir su vida sin entrar en la de los demás y sin hacer daño a nadie, o sea que eso os la traiga al pairo ¿Qué le importa a nadie la vida de los demás? Si ya, a veces, es difícil vivir la nuestra propia. Pasar de todo y sacar la cara por vuestros hijos, eso os va a hacer vivir en armonía con vosotros mismos, ser mejores personas y demostrarles a vuestros hijos que por encima de todo están ellos.

Si tenéis mucho conflicto con vosotros interiormente, pensar que es educacional y que podéis ir a alguna asociación de vuestro pueblo y conocer a otros padres que viven lo mismo que vosotros, eso ayuda mucho. Y es más, si eso no es suficiente hay especialistas en este campo que os ayudarán con terapias o lo que necesitéis, pero por favor pensar con el corazón siempre y veréis como si lo hacéis las cosas salen solas y la mente se abre al respeto, a la tolerancia y a sentirlos por igual.

Como se suele decir, el amor lo puede todo y para mí el único amor verdadero es el de una madre a un hijo, porque das todo y nunca pides nada a cambio, porque no hay egoísmo ninguno. Y si eres capaz de dar la vida por ellos ¿Cómo le puedes poner las cosas difíciles y complicadas? Ya lo tienen bastante complicado fuera como para tener que luchar, ya no contra la sociedad, si no también con la gente que más los tendría que querer, ayudar y apoyar para tener la vida más fácil.

Creerme, cuando empecéis a entender y comprender no os podéis imaginar la liberación tan grande que vais a sentir. Recordar con corazón.

Hasta aquí una parte de mi historia, espero que si la leéis disfrutéis unos, me comprendáis otros y si necesitáis de mi pequeña ayuda poneros en contacto con la revista y os darán mi teléfono particular. Y ojala que otro día pueda volver a escribir otra parte de este tema o de lo que sea, porque siempre se quedan cosas en el tintero.

Una madre agradecida por esta oportunidad y esperando que sirva de algo, aunque sea poca cosa. Mil besos.

Con humildad

PURI PELÁEZ

 

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