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Carta de dos víctimas de una agresión homofóbica

En Madrid, a 17 de Mayo de 2017

Nos disponemos a escribir estas palabras para relatar, visibilizar o denunciar de algún modo lo que una pareja homosexual estamos viviendo desde el pasado mes de diciembre de 2016, en el cual, dos agresores homófobos interrumpieron nuestra vida. Siendo hoy el Día Internacional contra la Homofobia, nos sentimos que tenemos las fuerzas suficientes, que por desgracia nos han faltado hasta el momento, para plasmar estas palabras. A continuación os vamos a relatar lo sucedido, aunque intentaremos ser breves, para nosotros esta historia se está haciendo demasiado larga ya.

Al salir de un concierto fuimos agredidos por dos individuos homófobos, por el simple hecho de darnos un beso cómplice mientras nos disponíamos a ir camino de casa a Madrid, ciudad multicultural y que goza de una fama de ser tolerante y de vivir en libertad, muy lejos de la sensación que tenemos ahora en este momento. Después del mal rato sufrido de agresiones verbales y físicas, con toda la gama de insultos y palabras de índole homófoba y con apología al fascismo neonazi, llamamos a la Policía Nacional, que acudieron muy rápido, y realizaron su trabajo de una forma muy profesional, identificaron a los agresores y se les tomó declaración. Más tarde, cuando nos dejaron de temblar las piernas y nos tranquilizamos, acudimos al hospital para que nos evaluaran los daños físicos, puesto que los daños psicológicos estaban aún por llegar, y se realizó el pertinente parte de lesiones. Al día siguiente pusimos la denuncia, no por ganas, o porque tuviésemos fuerzas para ello, sino porque consideramos que este tipo de agresiones deben de hacerse visibles para que no sucedan más, detallando claramente el tipo de delito que estábamos denunciando. Un delito de ODIO. Un delito que el Juzgado de Instrucción número 27 de Madrid, tipificó como delito leve, como si coartar la libertad de dos personas por el simple hecho de amar a una persona de su mismo sexo fuese algo leve. Desde luego el profesional de dicho Juzgado encargado de tipificar las denuncias que le llegan a su puesto de trabajo no debe de saber que, soportar durante meses dolores de espalda, noches sin dormir, sesiones de fisioterapia, ingerir pastillas para intentar paliar estas dolencias es algo horrible, pero sobre todo, con el paso del tiempo te das cuenta que, el dolor psíquico que este tipo de agresiones generan a las víctimas, es mucho peor.

El día 5 de Mayo de 2017 fuimos citados a juicio, en el cual esperábamos que se hiciese Justicia, esa en la cual, nosotros ya dudamos de su existencia. Si la agresión fue una situación dura y difícil de sobrellevar, el acudir a este Juzgado de Instrucción número 27, fue sin duda alguna, mucho peor que lo anteriormente vivido. Después de llegar al lugar, y después de una hora esperando en un pasillo junto a los agresores, que se puede usted imaginar el mal cuerpo que se te queda al vivir eso, nos invitó a entrar a la sala la persona responsable de hacerlo con unas formas y un trato que deja mucho que desear, no obstante, resulto ser incluso la persona más “amable” del lugar.

Para nosotros esta había sido la primera toma de contacto, y esperamos que sea la última vez de nuestras vidas, con el Sistema Judicial Español, sentados en los famosos banquillos, denunciantes a un lado y denunciados al otro, presenciado por su Ilustrísima Jueza y el resto de personas que conforman este equipo de profesionales. Además, nos acompañaba la Señora Fiscal como parte independiente del proceso. Fuimos los primeros en declarar, acto en el que

se supone te deben de dejar explicar los sucesos con plena libertad para poder realizar la Ilustrísima Jueza su trabajo de la forma más profesional y amparándose en las leyes del Estado. Desde el primer segundo nos sentimos interrumpidos, cohibidos y coartados en nuestra declaración con un trato cuanto menos tenso y deplorable por parte esta señora. Al finalizar la declaración los denunciados y tras las preguntas pertinentes de la Fiscal, y la petición de ésta última de juzgar con una sanción a los agresores, la jueza dictamina que esta visto para sentencia. Tal fue nuestro asombro, tras comprobar que no se estaba intentando juzgar un delito de odio, sino una pequeña reyerta entre cuatro individuos. Se lo manifestamos a la señora Jueza que nosotros habíamos denunciado una agresión homófoba, y con el mismo trato descrito anteriormente, nos contestó que no era competencia de su Juzgado entre otra serie de argumentos que nos dejó, cuanto menos, perplejos.

¿Saben ustedes cual es el resultado de todo ello? ABSOLUCIÓN de los acusados porque no queda claro quien inicio la agresión. Por supuesto, lo más importante que se puede vislumbrar de todo ello, una moraleja muy clara: individuos agresores seguid agrediendo a personas que tengan otra ideología, otra condición sexual, otro género, otra raza, que quedaréis libres de cargos. Lo que realmente nos deberíamos plantear y que nos debería preocupar, que es lo que falla en esta sociedad o en este sistema, cuando este tipo de cosas suceden, puesto que lo más probable es que dentro de unos años estos agresores fascistas homófobos de 18 y 20 años maten o manden a una UCI a una persona por el simple hecho de ser diferente. En ese momento, saldrá en los medios de comunicación con suerte y nos echaremos las manos a la cabeza todos porque años atrás una Ilustrísima Magistrada, formada durante muchos años en leyes, no tuvo ni la sensibilidad ni a nuestro humilde “juicio” la profesionalidad de tipificar y juzgar estos sucesos como lo que son: delitos de ODIO.

Que nos queda en este momento, puesto que recurrir esta sentencia no está dentro de nuestras opciones, ya que después de infórmanos de que sería un camino muy cuesta arriba y con escasas o nulas probabilidades de que la Ilustrísima Audiencia Provincial de Madrid falle a nuestro favor después de analizar la sentencia. Evidentemente, es nuestro derecho, pero tampoco hay que gastar nuestras energías en ello puesto que somos dos personas sensatas y hemos percibido los límites que tiene la Justicia. Solo nos queda decir como profesionales que somos en el ámbito de la Sanidad pública Española, que tratamos a nuestros pacientes de la mejor forma que se merecen aunque estemos cansado, agotados y tengamos mal día, que nos gustaría que estas palabras las pueda leer en alguna ocasión, su Ilustrísima Jueza del Juzgado de Instrucción número 27, que si por desgracia tiene que pasar por un hospital y que por caprichos del destino coincidamos, no tenga ni la más mínima duda que será escuchada, cuidada, tratada y curada de la forma más profesional con la que nuestros profesores universitarios nos formaron en las facultades pero sobre todo con tolerancia, sensibilidad y respeto.

¡Basta ya! Stop Homofobia. Justicia real ya.

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